domingo, 31 de octubre de 2010

El comedor universitario: un arsenal de ideas II

Tal vez una de las tomas de propiedad privada más famosas y efectivas de la historia chaqueña. Corría el año 1972. Los estudiantes decidieron tomar el galpón donde almacenaba mercaderías la empresa Terrabusi. Allí quedó asentado el nuevo comedor. Actualmente, funciona el Centro Cultural Nordeste.






Compilación y textos: Marcos Salomón y Gonzalo Torres
/ Dibujo: Alejandro Gallardo

La casona de la avenida Sarmiento 362, donde funcionaba el comedor universitario, ese lugar clave para la discusión política, comenzó a quedar chico para 1971: “Crece la población estudiantil, que pasa a ser de 1.200 ó 1.500 comensales, aproximadamente”, explica Aníbal Ponti.
“Se hacían colas extensas, que llegaban hasta la esquina con calle Güemes, estabas una hora esperando. No había forma de hacerle entender al Rectorado que había que cambiar por un lugar más grande”, recuerda Ponti esos infernales mediodías de verano de la década del 70.
Entonces, casi por casualidad, “una noche íbamos caminando por la calle Antártida Argentina (hoy Arturo Illia), cuando vemos que se había traslado Terrabusi” (que tenía un galpón de mercadería que quedaba en la principal calle céntrica de Resistencia, con todo lo que ello implicaba para el tránsito, ya hace casi 40 años el mismo problema).
“No recuerdo si el cartel decía se vende o se alquila, pero nos interesaba el lugar por el espacio (era un galpón que llegaba hasta la calle Juan B. Justo) y por la ubicación
(Antártida Argentina 355) porque pensábamos políticamente: la Antártida Argentina era el epicentro de la actividad política”, simple y sencillo.
Así, en una caminata nocturna, nació la idea de realizar una de las tomas más fructíferas de la historia. Convertir el viejo galpón en comedor universitario –y con el devenir de los años el Centro Cultural Nordeste de la UNNE-.

EXPEDITIVO

Entonces, sin más dilaciones ni dudas, se reunió la cúpula del Integralismo (movimiento estudiantil identificado con el peronismo, que comandó la vida política universitaria a principios de la década del 70), y “se tomó la decisión de tomar el edificio y trasladar el comedor”.
Durante la asamblea en la que se tomó la decisión estuvieron: Marita Figueredo y Dani Kaenel, por Humanidades; Esteban Cracogna y Ducci Kowalesky, por Ingeniería; Roque Guillio y Juan Carlos Benítez, por Arquitectura; Martín Uberti y Luis Ángel Barco, por la UTN; y Aníbal Ponti y Carlos Alberto Duarte, por Ciencias Económicas.
Con el acuerdo estudiantil sellado, los jóvenes fueron a buscar respaldo entre los cocineros. “Nos reunimos con los muchachos de la cocina y me acuerdo que decidimos realizar el traslado de la avenida Sarmiento a la calle Antártida Argentina un día domingo”.
Durante las asambleas estudiantiles en las que se acordó el traslado, se distribuyeron tareas para la mudanza, ya que buena parte de ella se hizo en forma manual. “La población estudiantil sabía del traslado pero no hacía dónde nos mudábamos”.

LLAVE EN MANO

Para 1972, “nosotros teníamos la llave del comedor, lo abrimos y sacamos las cosas. Al hombro se cargó las meas y sillas; en un camión, mercaderías, ollas y cocinas”, rememoró Ponti.
Como era común ver marchas estudiantiles, “era casi simpáticos vernos desfilar por el centro con las sillas, las mesas, que estábamos mudando de lugar”, acotó.
Sin vigilancia de ni un tipo y por toda protección alambre, alguna cadena y candados, ingresar en el nuevo edificio de Antártida Argentina fue un mero trámite: “Lo abrimos, así de fácil, y nos instalamos. De inmediato se comenzó a cocinar y comer en el nuevo comedor.
“Esa misma noche se hizo una asamblea y se comunicó el hecho. Lo primero que se hizo fue armar la logística, la cocina. El edificio era muy grande y atrás tenía un galpón inmenso y un patio que llegaba a Juan B. Justo; adelante: la administración en dos plantas”, acotó.
“Por supuesto –continuó-, el Rectorado ordenó cortar el suministro, por lo cual nosotros nos encargamos de la proveeduría. Dos meses duró ese conflicto. Comimos en forma precaria, dado que había una reticencia de las autoridades”.
Si bien Ponti señala que no hubo amenaza de desalojo, si recordó algún intento de represión que nunca se consumó.
No tuvieron amenaza de desalojo, hubo intento de represión pero no ingresaron al predio porque “la respuesta estudiantil fue masiva, 1.200 decían los medios en esa época, para nosotros éramos 1.500, resistiendo, en el nuevo comedor”.

EL ARSENAL DE IDEAS

“Ese proceso que sufrió el comedor tuvo correlato con la actividad política, con semejante local y en pleno centro, el comedor universitario se transformó en un centro cultural, que iniciamos durante la toma y duró, creo hasta 1974, que fue la peña de los viernes, en la que actuó, entre otros Lucho Díaz (víctima de la Masacre de Margarita Belén)”, contó Ponti.
Formado y fortalecido el comedor, había que darle forma y vida a un centro cultural para todos los estudiantes. De esa tarea “se encargó un formoseño: ‘Pescado’ Sandoval”.
“El comedor llegó a congregar a 2 mil personas por noche en su momento de mayor apogeo, terminando a las 5 ó 6 de la mañana. Además, las condiciones edilicias, permitían que en forma natural, no planificada, los distintos grupos puedan hacer sus actividades: el que quería hacer una reunión se iba a la mesa de los comensales, el que quería escuchar música tenía un espacio físico donde entraban 600 ó 700 compañeros. El comedor pasó a ser el centro de concentración de las marchas políticas”, destacó ponti.
En ese frenesí surgen conjuntos musicales como “Los Montaraces”, del recordado Lito Aragón (desaparecido): “Todo proceso revolucionario se va expresando en la cultura, en la literatura, en el arte, en la música, en la pintura. Creo que el comedor pasó a jugar ese rol. Ahí lo conocí a Poen Alarcón con su grupo de teatro y se pasaba cine como La Hora de la Hornos, La Batalla de Argelia, se dictaban conferencias…Lo importante es que trascendió la vida universitaria, para gravitar en la cultura y en los grupos de estudiantes secundarios”, precisó.

SOLIDARIDAD CON PRESOS POLÍTICOS

Mientras crecía el comedor universitario, “había una realidad política nueva: ya habían detenidos políticos en la U7, que venían de La Calera, de San Genaro Norte, de la FAP de Buenos Aires, había del ERP; ya había como 60 ó 70 presos políticos”.
Ante esa situación, se creo la Comisión Peronista de Solidaridad con los Presos Políticos (COPESOL), de la que participaban, entre otros, Rubén Esquivel, Chichito Guitar, Monin Martínez (“un bancario que no estuvo en Taco Ralo porque perdió el tren), también estaba el primo de Silvia Robles”, don Carlos Pared, Dorita Pagliaro, otra viaje peronista Irma Yapur, y “aparecían Ferdinando y Adam Pedrini” –el primero de ellos diputado nacional-.
Esta Comisión ayudaba a solventar los gastos de las familias de los presos políticos que estaban en la U7. Como el hotel –que aún hoy existe- El Vía –por San Lorenzo casi Rodríguez Peña-.
“Los familiares iban a las peñas, comían en el comedor. La juventud fue muy solidaria con los presos políticos, y los familiares de los presos pasaban siempre por la peña. Era excepcional que se haga política en la peña, se dio así y así lo organizó el ‘Pescado’ Sandoval, incluso se recaudaban muchos fondos para ayudar”, añadió.

CÓDIGO

Sobre cómo se manejaban las asambleas, Ponti retrata la situación a través de una anécdota: “Hugo Valdonerio, un gran amigo, que en ese entonces militaba en la TUPAC (de izquierda) y después se pasó a la JTP por Telefónicos. Huguito hablaba largo, porque ese era el problema con las asambleas, la longitud de los discursos. Entonces había dos formas de pararlo: o le tirabas miga de pan o pisabas los vasos de plástico”.
Cuando Hugo finalizó su discurso, a fuerza de bolas de miga de pan usadas de proyectil contra su humanidad, Ponti remató: “Bueno compañero, ya que terminó la transmisión de radio pavada, vamos a comenzar a hablar en serio. Todo el mundo se cagaba de risa y en dos o tres minutos resolvíamos lo que había que resolver. Imagínense 200, 300, 400 estudiantes todos juntos…”.
Y reflexiona: “Éramos unos prepotentes, soberbios… yo creo que algo de eso nos queda, y nos lleva a cometer grandes errores políticos, uno de viejo va entendiendo algunas cosas… por eso trato de controlarme y calmarme. Creo que tiene una explicación, es como Hebe (Bonafini, de Madres), vos te abriste el camino a patadas y crees que todo es a las patadas”.
“Era una sociedad que se movía por absolutos, era una sociedad dictatorial, con un entorno institucional de una hipocresía de la gran puta, el dictador era el señor presidente, y ante esa hipocresía vos decías, basta y pateabas la puerta y le decías terminaste papá, ahora mando yo, vos no sos el señor gobernador, vos no sos el señor rector, ¡Vos sos un impostor!”, finalizó la idea.

HOMANJE AL PESCADO SANDOVAL

“Los viernes pasaron a ser un lugar de cita obligada, no sólo para los universitarios sino para los secundarios y para los compañeros de la cultura y el teatro. En ese contexto emerge la figura de alguien al que quiero rendir un homenaje a un compañero que fue la expresión pública de ese hecho: Daniel “Pescado” Sandoval fue la expresión pública de ese hecho de masas que fueron las peñas. Era algo así como el anfitrión; era un tipo alegre y con una capacidad inmensa para sostener las relaciones humanas y políticas”.
señaló Aníbal Ponti, en relación al estudiante que mantuvo viva las peñas universitarias y le dio al comedor ese cariz tipo centro cultural.
El “Pescado” como lo conocía todo el mundo, llegó a Resistencia en 1970, proveniente de Formosa, para ingresar a la facultad de Ciencias Económicas. Su familia era humilde, su padre era un obrero de la construcción. Allí se involucró en el Integralismo. Ponti lo recuerda así: “Era cuentista y mujeriego, rompía las reglas, porque a él se le toleraba cosas que por ahí no se le toleraban a otro” lo caracterizó Ponti.
El Pescado Sandoval supo integrar la diversidad cultural y social del comedor congeniando el rock nacional – que ya era un emergente - con las chacareras, las chamarritas, el chamamé y la samba. Toda esa diversidad cultural era una expresión de la diversidad de los concurrentes: correntinos, formoseños, entrerrianos, misioneros, cada uno con su idiosincrasia.
En esa línea de fraternidad y compañerismo, Ponti resalta uno de los aspectos del comedor donde más se conjugaron la cultura y la política, el encuentro festivo y la solidaridad militante: la cantina de las peñas en el comedor. “El Pescado fue uno de los organizadores de la cantina con la idea de canalizar de ese modo la solidaridad económica de la juventud con los detenidos políticos que ya empezaban a poblar la U7 en 1972”. La cantina tenía un menú bien popular: vino, empanadas y sándwiches de mortadela y queso. La vajilla era por demás sencilla: latas de aceite YPF (cuando todavía era estatal) de un litro y vasos de plástico.
“El Pescado murió hace dos años, de muerte natural, en Formosa, como todo hombre del interior siempre analizó la postergación del norte argentino, esa asimetría entre Buenos Aires y el Norte. Yo viví en varias oportunidades con él”, recordó.
Según Ponti, Sandoval llegó a ser presidente del Banco de Formosa y ministro de Economía del gobierno del ex gobernador formoseño Vicente Joga. Y explica así la simbiosis entre un mandatario que fue Guardia de Hierro (la derecha peronista) y un Montonero (la izquierda peronista): “Jorge le abrió las puertas a todos los ex montos, porque no tenía cuadros políticos ni técnicos que lo acompañaran en su gestión cuando ganó la primera elección”.
Después, lo acompañó a Joga cuando trató de unir a legisladores del norte argentino tras un mismo voto: “(Carlos) Menem lo mató políticamente”, dijo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Aníbal, gracias por tus recuerdos, es muy intersante el blog. Quería preguntarte en qué fecha aproximadamente sucedió la toma del galpón. Gracias. Paz Bustamante

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