martes, 21 de septiembre de 2010

LOS PROTOMONTOS 1ª Parte

De la militancia universitaria a enrolarse en la organización

Compilación y textos: Marcos Salomón y Gonzalo Torres.

Corría el clave año 1969, no sólo para la historia Argentina sino para la historia de un Mundo bipolar, en el enfrentamiento de los bloques capitalistas y comunista, cuando Aníbal Ponti llegó a Resistencia proveniente de Santiago del Estero para incorporarse a la vida universitaria: quería estudiar Ciencias Económicas.
Mientras el joven desembarcaba, avanzaban los procesos de emancipación en diversas partes de Asia y África. Los yanquis perdían una guerra por primera vez en su historia en Vietnam, y en Argelia, el Frente Nacional de Liberación se sacudía el yugo colonialista francés.
En el panorama nacional, el peronismo era el partido mayoritario y se encontraba proscripto desde 1955, y se alternaban pequeños procesos democráticos muy condicionados por las Fuerzas Armadas y golpes de Estado. En ese momento gobernaba el dictador Juan Carlos Onganía y en el Chaco lo hacía Miguel Ángel Basail.
En el contexto Latinoamericano, hay un hecho que marca a la juventud argentina: la Revolución Cubana y una figura política mítica, como la del Che Guevara, que plantea “la sociedad nueva y la guerrilla rural, que a ellos les resulta útil a su victoria”, narró.
Venía con una idea fija: “Incorporarme a la militancia universitaria, yo seguía por los medios de comunicación los conflictos azucareros de Las Palmas y el norte de Santa Fe, todo ese proceso de luchas sociales, donde se ubica los “protomontos”, estaba muy presente en el diario El Territorio, que yo leía siendo estudiante secundario”.

MILITANCIA UNIVERSITARIA: EL INTEGRALISMO

Llega a la Facultad, justo cuando se inauguraba el examen de ingreso en la Universidad Nacional del Nordeste. Sobre 800 alumnos, sólo iban a ingresar 200 en Ciencias Económicas.
El primer día en esa especie de isla que era la facultad Ponti se encuentra con una novedosa realidad: la presencia de todas las agrupaciones políticas en un país que tenía vedada la actuación de los partidos políticos.
En Económicas, la escena de militancia universitaria estaba dominada por El Integralismo, (de orientación nacional y popular en la línea San Martín-Rozas-Yrigoyen-Perón), y el MOR (Movimiento de Orientación Reformista, que respondía al Partido Comunista), los dos grupos mayoritarios. Pero ese primer día de clases hubo otro encuentro que le marcaría la vida: “Tuve la suerte de conocer a quien después fuera mi gran amigo y compañero de militancia: Guillermo Amarilla” (padre de Martín Amarilla Molfino, nieto recuperado número 98).
Amarilla y Ponti tuvieron buena química desde el primer momento, organizaron una reunión en una pensión por calle Vedia, con otros estudiantes, todos muchachos peronistas que acordaron movilizarse para exigir el levantamiento del curso de ingreso por considerarlo limitativo y en las antípodas de una universidad que debía estar “abierta al pueblo”. El objetivo fue conseguido y pudieron ingresar los 800 inscriptos.
“Mi vida militante empieza allí. La vida estudiantil en aquella época era muy activa – recuerda Ponti-. Era una juventud que irrumpía masivamente a participar en política. Una juventud que era solidaria con Vietnam, una juventud que más allá de sus signos ideológicos concebía a EE.UU. como un Estado imperialista, una juventud que quería participación…La democracia era algo abstracto para nosotros, no sé si uno lograba incorporar el concepto de democracia, pero lo que sí se incorporaba masivamente era que el modelo político asentado en las dictaduras militares se tenía que terminar”.
La militancia universitaria en aquella época giraba en torno a tres ejes bien definidos; el Comedor Universitario, el Colegio Mayor Universitario y la Catedral, los tres lugares por donde pasaba vida social y política de los estudiantes, sobre todo en los del interior del Chaco y de Corrientes, Formosa y Misiones.
“El proceso de ebullición que vivió la Universidad fue tan veloz que cuando nos dimos cuenta nos encontramos con asambleas masivas”, recordó. El 13 de mayo se hace una asamblea en el Aula Magna en protesta por el aumento del ticket del comedor universitario, que hasta ese entonces “mensualmente valía lo mismo que un paquete de cigarrillos Particulares 30”.
La Gendarmería reprime y se desata un proceso de movilizaciones masivas. Para peor, el Rectorado decide cerrar el comedor, por lo cual el párroco de la Catedral: padre Cuberli les abre las puertas del templo a los jóvenes para que se instalen y realicen allí las asambleas.

“EL CORDOBAZO COMENZÓ EN EL NEA”

Tras la represión, la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), organiza movilizaciones de repudio, como la del 15 de mayo de 1969, cuando la policía asesina de un tiro al estudiante de medicina Juan José Cabral, en Corrientes durante una marcha hacia el Rectorado.
La respuesta en Resistencia es una histórica movilización de repudio de casi 10 mil personas, (algo así como el 10 % de los habitantes de la ciudad en ese tiempo). No sólo marcharon los universitarios sino también los estudiantes secundarios, los colegios nocturnos, y muchos otros sectores populares. “Había una participación activa, o movilizándose o abriendo las puertas de las casas para refugiar a la gente si había represión”.
Este proceso movilizador originado en el NEA se extiende a Rosario, otro epicentro importante, donde son asesinados Bello y Blanco, y sigue curso hacia el sur, para estallar finalmente el 29 de mayo de 1969, en el Cordobazo. A partir de aquí, la dictadura de Onganía –militar que buscaba parecerse al generalísmo Franco y que había dicho que su gobierno tenía objetivos pero no plazos- tenía los días contados.
Ponti tiene una interpretación de todo este proceso: “El movimiento estudiantil del 69 fue básicamente un movimiento del interior, que se centró fundamentalmente en la universidad del Nordeste, Córdoba, Rosario, Litoral y Tucumán. Esto obedece a un debate que se daba, que decía que los procesos revolucionarios se dan de la periferia al centro. Para los porteños éramos golpistas porque nuestra movilización favorecía la caída de Onganía”.

1970: ARAMBURAZO

En 1970, Ponti estaba viviendo en el Colegio Mayor Universitario, por calle Sáenz Peña 225, donde hoy está la Escuela de Música. El diario Norte, por calle Yrigoyen, y en esa época tenía una sirena que hacía sonar cuando sucedían hechos de importancia. Desde el convulsionado 1969, cuando sonaba la sirena, los vecinos se amuchaban frente a una pizarra donde se escribían los titulares de la noticia.
Por esa sirena, el 29 de mayo de ese año, Ponti y sus compañeros del Colegio Mayor se enteran de la existencia de “Montoneros”. Un grupo de la juventud que había secuestrado y ajusticiado al general Pedro Eugenio Aramburu, alma máter del golpe de Estado que había a tumbado al gobierno peronista en 1955.
“Creo que fue una expresión del sentimiento del peronismo. En Aramburu y Rojas se simbolizaban los golpes de Estado, el ‘55, el fusilamiento de Valle y de Cogorno, los bombardeos a Plaza de Mayo… creo que ese sentimiento aflora espontáneamente por eso ese hecho transforma la realidad de la Juventud peronista argentina”. Ese misterioso grupo que se adjudicaba el hecho era algo nuevo para todos: Montoneros… nos gustaba el nombre, porque reivindicábamos a los caudillos federales: a Felipe Vallese, a Facundo Quiroga, la nuestra fue una generación que participó activamente del proceso de revisión de la historia mitrista”.
En ese momento uno de los dirigentes naturales del movimiento juvenil peronista era el paraguayo José Félix Estigarribia. Él se expresó públicamente en nombre de la Juventud Peronista dando su apoyo al accionar de Montoneros, lo que motivó su arresto y deportación a Paraguay. Tiempo después se vio obligado a exiliarse en Suecia, donde aún vive.

ARAMBURU FRACTURA AL MOVIMIENTO JUVENIL PERONISTA

A fines de 1969, Jaime Dri, Héctor Navarro, Atilio Velázquez, Guillermo Oria, y otros integralistas que habían liderado el movimiento estudiantil abandonan la militancia universitaria y comienzan la construcción política en la Juventud Peronista.
Esa organización, pronto pasará a la acción. Mientras transcurren esas movilizaciones de la juventud, Perón gesta dos grandes proyectos:
1) La organización de la 4ta Rama, es decir, la juventud (la primera era la rama política, la segunda el sindicalismo CGT, y la tercera era la rama femenina).
2) La actualización doctrinaria para la toma del poder.
Esta cuarta rama del movimiento debía ser la encargada de incorporar la transformación de la realidad política en los jóvenes, con Rodolfo Galimberti como delegado nacional. En el Chaco, el delegado regional fue Guillermo Amarrilla y el delegado provincial Aníbal Ponti, que también se habían alejado de la militancia universitaria. “Hay un antes y un después de 1969: los grupos que habían sido chicos se unen y forman grupos más numerosos; de un movimiento juvenil chico se pasó a un movimiento de masas”.
En ese momento, la naturaleza de los partidos políticos era muy diferente a las actuales. “El PJ como estructura no existía, ni tampoco la JUP. El peronismo estaba proscripto. Este proceso de la juventud es un fenómeno que irrumpe al margen de las estructuras políticas, si bien tomábamos como identidad al peronismo, nuestra única referencia era Perón, no existía el partido, aparte estábamos encolumnados en una corriente de pensamiento en la que retomábamos ciertas ideas, hablábamos del neo peronismo, de la burocracia sindical, estábamos alineados con la CGTA y no con Vandor, (de la CGT colaboracionista con la dictadura)”.
Esta irrupción de Montoneros, básicamente pone sobre la mesa el debate en torno a los métodos de lucha, lo que deviene en toma de posiciones y realineamientos. Es así como ante las diferentes opciones encaradas se fractura la Juventud Peronista.
“Compañeros como el Piojo Carballo, Guillermo Oria, Héctor Baschman, Atilio Velásquez, o el Negro Azcona, se acercan a una de las figuras del peronismo de Chaco que era Deolindo Felipe Bittel”.
Del otro lado, de este grupo, otros militantes de la JP y el Integralismo en su totalidad plantean el apoyo a Montoneros, con Jaime Dri, José Estigarribia, Héctor Navarro, el Negro Brites y Raúl Pujol, entre otros, como figuras representativas de este espacio. “Taco Ralo y el Che nos marcan el camino’ eran las consignas que escribíamos en los muros en aquellos años”.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Deja un comentario para este capitulo